AMSATNAF de Edgardo Trabada



A veces piso las hojas secas y crujen. A veces no. El cuerpo se vuelve leve y me remarca lo que no soy, aunque aquí no hay hojas y los árboles parecen huesos secos y prehistóricos.
No sé asustar, no me sale. Al contrario, a veces las sombras de los pájaros me espantan y las miro deslizarse por la tierra salitrosa hasta que están lejos. El problema es el aburrimiento que llega como una tormenta de polvo. Aprendí a hablar al revés y a caminar descalzo: ¿yotse ocol? On. Es el aburrimiento.
No hay un hilo de plata que nos sujeta, ni luces al final del camino y ni siquiera camino. Ni vagamos por Berlín escuchando voces e imponiendo manos. Nada es como en las películas o en los libros. En el tiempo libre intenté escribir una novela, mi propia búsqueda del tiempo perdido. Arbos opmeit. Probé con una birome, con un lápiz, con una tiza en una pared. No puedo dejar mensaje.
Primero rondé a mi mujer, a mis padres. Me partía el alma (es solo una forma de decir). Fui los miércoles a ver cómo mis amigos juegan a la pelota. Los escuché hablar de mí. Em ésnac, me dediqué a vagar. Recorrí toda la ciudad. Pensé un viaje desde Ushuaia hasta Alaska.
Un día tomé la ruta 5. De noche me ovillaba como un perro en algún lugar seguro, no porque necesitara dormir, por costumbre. Cuando llegué a Bragado recordé a mi amigo el Cali. Me contaba del auto patinando en el barro. El asfalto me desilusionó… Siguieron Carlos Casares, Pehuajó, Trenque Lauquen. Me gustaron estos pueblos planos donde no pasa nada y donde se sabe todo. Caminé al azar tras algún vecino. Penetré en casas con frentes bien pintados, baños azulejados y teles siempre prendidas.
Tomé la ruta 33. Lo primero que vi de Epecuén fue la palabra MATADERO en un edificio en ruinas. OREDATAM y los árboles de pie con las raíces a la vista, blancos del salitre, como mis manos.

Camino descalzo por el agua entre las casas abandonadas. A veces mis pisadas no hacen ondas. Se llevaron puertas y ventanas, todo lo trasladable. A la iglesia se le cayó el techo.
Acá me quedo, quizás encuentre compañía. 


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