Un obrero parte de un montón de ladrillos sin significación especial excepto como ladrillos para -bajo la orientación de un constructor que a su vez sigue los cálculos de un ingeniero obediente al proyecto de un arquitecto- levantar una casa. Un montón de ladrillos es un montón de ladrillos. No existe en él belleza específica. Pero una casa puede ser hermosa si el proyecto de un buen arquitecto contara, para estructurarlo, con los cálculos de un buen ingeniero y la vigilancia de un buen constructor en cuanto al buen acabado del trabajo en ejecución en manos de un buen obrero.
Cámbiense los ladrillos por palabras, colóquese al poeta, subjetivamente, en la cuádruple función de arquitecto, ingeniero, constructor y obrero, y ahí se tendrá lo que es la poesía.
Vinicius de Moraes. "Sobre poesía" (fragmento). Tomado de: Para vivir un gran amor.
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